El Go se originó en China o en el Himalaya hace unos 4.000 años. Numerosas leyendas se tejen sobre sus antecedentes. Sus reglas han permanecido prácticamente inmutables desde entonces.
Hay una leyenda según la cual, el destino del Tíbet se decidió, en una ocasión, sobre un tablero de Go (su gobernador budista, para evitar una batalla y un terrible derramamiento de sangre, retó a sus enemigos sobre un tablero de Go).
Introducido en el Japón en el siglo VIII, se convirtió en el juego de la Corte Imperial, para extenderse pronto entre el clero budista y los samurai.
A partir del Siglo XVII, el gobierno del Japón financia la actividad profesional del Go y crea escuelas de Go, cuya creciente rivalidad entre ellas constituyó la base de la hegemonía de Japón en este arte. Aunque la estructura profesional del GO fue eliminada en 1868, cuando el Shogunato se derrumbó y el Emperador fue restituido, la hegemonía de Japón se ha mantenido hasta la década de los 80 del Siglo XX.
Se trata de un juego de estrategia, en el que no interviene el azar, que confronta a dos jugadores colocando alternativamente sus piedras sobre un tablero en las intersecciones de una cuadrícula de 19x19 líneas (también de 9x9 y de 13x13, para aprendizaje y partidas rápidas). El Go es un juego de territorios (su nivel de complejidad posible parece corresponder al de cuatro partidas simultáneas de ajedrez sobre el mismo tablero).
Es muy fácil de aprender, sus reglas son sencillas. Pero muchos le han dedicado la vida.
Como en el ajedrez, los jugadores enfrentan sus respectivas capacidades analíticas, pero en el Go, la intuición juega un papel mucho más importante.
En la actualidad, es el segundo juego más popular del mundo, con unos 50 millones de jugadores. Estos se encuentran sobre todo en Asia, pero el juego por Internet contribuye a una rápida expansión del juego en Occidente.
Según la Filosofía oriental, todas las fuerzas existentes en la naturaleza y en el universo se concretan en dos, el Ying y el Yang, en torno a las cuales se articula el Tao, del conocimiento, las ciencias, el amor y el sexo. Su representación simbólica, conocido T’ai Shi, donde el negro y el blanco se unen en una amplía curva, es también una de las representaciones del GO. Hay dos campos, cierto, pero aparecen unidos en un abrazo que genera energía, frente a la violencia de un trazo recto que implicaría violencia, confrontación, incomunicación y ruptura. Esa idea de equilibrio, de respeto total la fuerza del adversario, está presente siempre en el GO.
La dualidad Ying y Yang es, en realidad un sistema binario que, en su fundamento, es exactamente igual al utilizado en los programas informáticos. Podría llamarse también “sistema on-off”, de encendido y apagado. Tesis y antítesis aparecen n e GO totalmente conectados, abriendo así LA ÚNICA VÍA POSIBLE HACIA LA SÍNTESIS. Podéis imaginar la enorme valor que adquiere el GO como soporte y base de investigación de las nuevas teorías acerca de la “inteligencia artificial” y su simulación informática.
La gran complejidad de las “decisiones” a tomar en una partida de GO, debido al gran tamaño del tablero y a la configuración del juego, que lleva a desarrollar “batallas” simultáneamente en varios lugares del tablero, batallas que, sin embargo, resultan ser totalmente asociadas entre sí a medida que avanza la partida, sitúa el esfuerzo analítico de la programación informática y de del cálculo matemático asociado al GO en un plano muy distinto, y mucho más complejo, al del cálculo aplicado al AJEDREZ; en efecto, en este último, el problema teórico parece ya superado mediante el enorme incremento de la capacidad de cálculo de los nuevas computadoras, que logran almacenar tal cantidad de hipótesis relativas a cada movimiento posible en un pequeño tablero de 64 casillas, que sólo los mejores jugadores del mundo son capaces e competir con un buen programa de AJEDREZ. Podría decirse que la programación en el ámbito del Ajedrez se ha resuelto aplicando la “fuerza bruta” de las memorias de los computadores a opciones relativamente reducidas en las “tomas de decisiones”.
En el GO, la toma de decisiones es mucho más aleatoria e intuitivas y se aplica a varios escenarios en la confrontación, donde es frecuente la renuncia a territorios determinado para obtener ventajas compensatorias en otros ámbitos del tablero. La intuición y la imaginación tienen el campo infinitamente más abierto que en el AJEDREZ.
¡El GO constituye hoy en día un instrumento privilegiado de la simulación informática de las redes neuronales de la mente humana, en el camino de la “inteligencia artificial” que tanto obsesiona desde hace ya varios lustros, a los matemáticos e informáticos del mundo entero!
Hablamos de ajedrez y go porque en Occidente es obligada la comparación entre ambos juegos de estrategia...
Ya en los comentarios anteriores se comentan algunas de las grandes diferencias entre ambos juegos de estrategia, pero debe de quedarse el lector con un dato básico al respecto, de cuya comprensión surge buena parte del embrujo que este asombroso juego ejerce sobre quien lo practica:
- En el formidable juego del ajedrez, la contienda se inicia con los dos ejércitos, feudalmente jerarquizados, al completo, que ocupan prácticamente todo el tablero y que se destruyen mutuamente en su único objetivo: matar al rey contrario: frecuentemente el final se produce en un campo de batalla casi desierto..., aunque, antes, lo movimientos de los ejércitos eran vertiginosos en el tablero. El tablero cambia constantemente a lo largo de la partida.
- La partida de GO se inicia con un tablero totalmente vacío, que lentamente se va poblando de estructuras, de cadenas de piedras, de territorios y de combates en varios “frentes”... frecuentemente, cuando ningún contrincante ha logrado captura grupos de piedras adversos, el final de las partidas refleja tableros casi totalmente llenos de vida. Los cambios sobre el tablero suelen ser muy lentos, salvo cuando estalla alguna tormenta en forma de captura de grupos, que siempre ha precisado de una minuciosa preparación.
Es esta la característica básica el GO: el jugador se enfrenta a ella como se enfrenta un recién nacido a la vida, un pintor a un lienzo aún virgen, un escritor a una hoja aún blanca... y el proceso mental con el que necesariamente ha de abordar la partida es ineludiblemente el de la creatividad, el de la construcción, el del equilibrio en su propia obra, antes y por encima del ataque y la destrucción de los territorios del adversario.
A partir de ello, no resulta difícil entender, o al menos intuir, los vínculos estrechos que se han tejido en las culturas chinas y japonesa entre el GO y la espiritualidad (Zen, en particular, en su búsqueda del equilibrio y serenidad personal), el arte de la guerra, la pintura y la literatura y, en Occidente, entre el GO y las Matemáticas y la Informática.